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"ESPERANZA CLAVERA, una vez más", artículo de Antonio Gualda Jiménez
"Esperanza Clavera, una vez más", artículo de Antonio Gualda Jiménez publicado en el diario IDEAL de Granada el 11 de Noviembre de 2003.
8 Copyright by Antonio Gualda Jiménez
Esperanza Clavera, una vez más
(Original escrito el 7 de Noviembre de 2003)
Antonio Gualda Jiménez.
8 Copyright by Antonio Gualda Jiménez.
No recuerdo bien si llegué a conocerte en persona. Hace unos días, leí la columna que te dirigía el poeta Antonio Carvajal en el cuadernillo "Artes y Letras" de IDEAL, patrocinado por la Caja General de Ahorros de Granada, empresa a la que con tanto agrado serví durante más de veinte años.
Fue una grata sorpresa, para mí, el hecho de encontrarme con ese bello y justo panegírico dirigido no sólo a tu reciente obra poética, sino también a tu figura personal que este magnífico poeta granadino (con el que apenas he coincidido en una ocasión en el restaurante "La Estrella" de Huétor Vega, en compañía de Juan de Udaeta y de la pintora Martín Vivaldi) te ha dedicado..
Me sumo al pequeño homenaje de Antonio Carvajal, sobre el que quisiera abundar aún más.
Eras la admiración de los muchachos que, alrededor de 1960, estudiaban sus carreras universitarias en Granada o que, como Pepito Parro, pertenecían al T.E.U. Yo era algo más joven que ellos; no tenía acceso a aquellos pasos del ecuador, ni a aquellos guateques. Pero seguía con interés las evoluciones de la modernidad juvenil de aquellos magníficos años en los que los jóvenes y los adolescentes apenas si llegamos a percibir que, muy pocas décadas atrás, en nuestro país se había librado una estúpida guerra. (Al menos, yo, cuando alguien me la citaba perentoriamente, la situaba casi en el mismo marco de las guerras carlistas e, incluso, en el de las Navas de Tolosa; ¡inocente de mí!).
Quizás fuimos unos privilegiados, sencillamente porque todo parece apuntar a que nuestros padres supieron resguardarnos de los malos efectos de esa guerra. Apenas conocíamos la existencia de "las dos Españas". Casi me atrevería a aseverar que el propio Felipe Alcaraz (por entonces, un sencillo viajante de comercio que además tocaba la trompeta en el conjunto "The Songers" en compañía de sus hermanos, de Paco Quero -posterior bajista de "Los Ángeles"- y del cantante Julián Granados) permanecía ajeno a cuestiones relacionadas con la política.
O, quizás, no fuésemos tan privilegiados, dado que nuestro pensamiento político apenas llegó a existir (en esos tiempos, porque al morir el dictador se nos trajo, de golpe y porrazo, a nuestra presencia, todo aquello que nuestros progenitores habían estado tratando de ocultarnos, seguramente con la mejor de las intenciones. Tampoco comprendíamos la presencia -escasa- en nuestra sociedad de algunas personas que se vinculaban a "cosas" tales como la O.J.E., el "glorioso movimiento", etc... Los veíamos como a unos bichos raros; no digamos, ya, con qué extrañeza recibíamos aquellas clases de "formación del espíritu nacional"
-cuya utilidad nadie comprendía-, impartidas por unos no menos extraños seres generalmente provistos de gafas oscuras con gruesas monturas y que fijaban su mirada en otro no menos extraño -aún- infinito).
Aunque nuestras edades no se distancien apenas, pertenecimos a distintas generaciones: vosotros aún hacíais guateques. Nosotros, no. Nosotros organizábamos fiestas; muchas de ellas, con música en vivo tocada por algunos conjuntos juveniles salidos de nuestras propias pandillas. (No pocos hicimos un paréntesis temporal en nuestra formación musical "culta", para entregarnos a la dulce alegría de vivir que sugerían películas tales como "Los jóvenes años"; Miguel Quirós incluido).
Alguien ha escrito que tanto tú como Pepito Parro (José María Parro Linares) fuisteis casi los únicos integrantes de los teatros universitarios granadinos de la época con verdaderas posibilidades de hacer carrera en Madrid, y que así se le transmitió al mismísimo Buero Vallejo. (La aventura de Pepito Parro en el Teatro Español de Madrid durante varios años bien merecería ser novelada).
Precisamente, fue el mismo Pepito Parro (a la sazón, mi vecino de en frente en la calle Martín Bohórquez del Barrio de Fígares) quien te hiciera los honores, contándonos de ti -una y otra vez- al vecindario y a las distintas pandillas barriofiguereñas.
Ese Pepito Parro de "El payaso y los pueblos del Sur" del exquisito José María Marín Recuerda, que destacaba por sus innatas cualidades actorales, por su manera de decir los versos, por sus dibujos de autodidacta con tintes auténticamente geniales, por su exquisita madera de "show-man" (¡lo siento: este americanismo hacía furor entre la juventud granadina, tras las noticias que nos llegaban de un tal Ed Sullivan, cantado en "Bye, bye, Birdie"!); ese Pepito Parro que formase tándem artístico con el no menos ingenioso y habilidoso mago Miguel Aparicio Covaleda y en sana competencia con José María Guadalupe.
Otras gratas noticias sobre ti nos llegaban a través de los textos que escribiste para algunas canciones que "Los Windys" publicasen en disco y que con tanto acierto recrease Eduardo, su cantante, valiéndose de aquella poderosa voz baritonal ligera. Nuestra admiración por ti se acrecentaba.
Fuiste musa de "Los Windys", pero, también, de alguna manera, estandarte de aquella modernidad granadina feliz y juvenil, un tanto inocente e ingenua.
Ahora, que vivimos el otoño de unos cuarenta años después, la citada columna de Antonio Carvajal ha conseguido reactivar mis cortezas supraparietales...
"Cuando llegue el otoño, recuerda...".
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