Visión de la SINESTESIA de Antonio Gualda
Índice:
1.- PONENCIA en II CONGRESO INTERNACIONAL DE SINESTESIA, CIENCIA y ARTE
Granada, España, 2007.
2.- ARTÍCULO PREVIO (a la Ponencia).
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1.- PONENCIA:
DESDE LA TERCERA CATACUMBA TRES PISOS POR DEBAJO DE
LA DEL FANTASMA DE LA ÓPERA
PONENCIA CONCIERTO de ANTONIO GUALDA para el
II CONGRESO INTERNACIONAL DE SINESTESIA, CIENCIA y ARTE
Granada, España, 2007
Antonio Gualda
en pleno discurso
Palacio de Exposiciones y Congresos de Granada
Título de la Ponencia:
DESDE LA TERCERA CATACUMBA TRES PISOS POR DEBAJO DE
LA DEL FANTASMA DE LA ÓPERA
Por Antonio Gualda Jiménez.
8 Copyright by the Author. Granada, España, 2007.
8Copyright del texto: Antonio Gualda Jiménez.
8Copyright de las imágenes: Antonio Gualda Jiménez
8Copyright de la Música y del texto de las Obras Musicales: Antonio Gualda Jiménez.
Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de este texto, de estas imágenes, y de la música que sonará, sin las autorizaciones expresas y por escrito del autor ANTONIO GUALDA JIMÉNEZ.
Autorizada la publicación de todo este material literario, de imágenes y musical, DE MANERA NO EXCLUSIVA, al II CONGRESO INTERNACIONAL DE SINESTESIA, CIENCIA Y ARTE de Granada, 2007, y a la Fundación ARTECITTÁ
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INTROITO
Buenas tardes.
Ante todo, quisiera mostrar mi agradecimiento a la mano del ángel de mi “gualda” que hizo girar el bombo para que cayese la bolita con mi nombre, a fin de propiciar que yo estuviese hoy aquí.
Un ángel de la “gualda” llamado María José de Córdoba, a quien conocí a través de Internet hace luengos años, y a pesar de que vive en una casa situada a escasos metros de mi propia y desaparecida casa natal.
María José tiene el raro e inusual mérito de haber conseguido sacarme de mi cueva de anacoreta, en donde moro o habito -salvando las distancias- al modo en que Maquiavelo lo hiciera, a unos diez kilómetros de la ciudad. Que es tanto como decir que me debato en la catacumba tres pisos por debajo de la del Fantasma de la Ópera.
Pónganse cómodos, estiren sus piernas…, porque es muy probable que mi intervención produzca en ustedes el saludable y reparador efecto sinestésico de la somnolencia.
Si no, al tiempo…
Aderezaré este pequeño concierto de música electroacústica con algunas consideraciones, notas sueltas, apuntes para abrir nuevas vías de investigación para la Sinestesia, descripción de experiencias propias que pudieran estar relacionadas con la misma y de experiencias que han tenido otras personas, cuando alguno de mis trabajos ha llegado a sus manos.
Ruego que sepan disculparme, si algunas de estas cosas ya han sido tratadas aquí por ustedes. Por razones de salud, no he podido asistir a las sesiones previas del Congreso, lo que me habría complacido enormemente. Mi breve discurso, de apariencia un tanto caótica, irá de un lado para otro. Espero que, al final de la sesión, muchas de las piezas que iré poniendo en el mismo acaben encajando. Ése es mi deseo. Y, si lo consigo, me sentiré doblemente feliz.
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Quisiera comenzar por algunas de esas consideraciones, en un sentido muy amplio.
En primer lugar, por el posible aspecto sinestésico de conceptos tan amplios como son el del Bien y el de la Belleza. Y del equilibrio entre los mismos.
Es decir: por lo que los antiguos griegos denominaban el "agathón", el "kalón" y la "kalokagathía". Y me refiero, más concretamente, a los griegos de la escuela pitagórica.
Añadir aquí el concepto de la Verdad, me parece, como el propio contenido semántico del término deja entrever, muy resbaladizo, aún a pesar de los ¿bienintencionados? esfuerzos de Platón por intentar establecer su propia "kalokagathía" mediante el mesurado equilibrio entre Verdad, Bien y Belleza.
Como saben, los antiguos griegos daban a estos conceptos una amplísima magnitud, no limitándose a la belleza corporal o artística, ni al simple bien material, sino, además, atribuyéndoles cualidades morales. O éticas, para seguir en esa idea de amplitud.
Mi propuesta, pues, es (si es que ustedes no la han hecho ya) la de iniciar una nueva vía de investigación en este campo. Más, en ese sentido tan amplio, espiritual y casi abstracto, que en el de la mera percepción sensorial y su trasvase somático (de unos sentidos a otros).
Al fin y al cabo, de antemano, todo lo que se cuece en nuestra mente ha sido previamente recogido por nuestros sentidos. Aquello de "nihil est in intellectus quod prius non fuerit in sensus".
Quiénes, mejor que ustedes, para iniciar esta investigación. Sin saltarse, nunca, ninguno de los rigurosos pasos que exige el método científico.
En segundo lugar, apuntarles que también considero muy interesante la investigación, a los sinestésicos fines, de las sensaciones que nos produce la diversidad de idiomas y lenguajes que existen en el mundo.
No hablo, solamente, de los idiomas como tales. Me refiero, también, a que en muchas ocasiones a uno se le queda corto el propio idioma y su expresión fonética.
Personalmente, y como músico, he sentido la imperiosa necesidad de utilizar algún otro idioma, distinto al de mi lengua materna. No es igual el fraseo del canto en inglés que el fraseo sosegado y florido de los hispanoparlantes de los pequeños países que se encuentran entre el canal de Panamá y México, incluyendo bastantes zonas de este país. Como que tampoco es igual (aún a pesar del enorme parecido sintáctico y fonético, principalmente, de vocalización, con la lengua española) el fraseo cantado del italiano.
Un mismo autor de textos, incluso de canciones ligeras, puede pensar esos textos, muchas veces, en idiomas distintos al suyo. Dependiendo del estado de ánimo del momento, cada autor quisiera poder expresarse en portugués, en francés, en italiano, en inglés o en español. Por hablar de los cinco idiomas que me son más afines. Indudablemente, el asunto no puede ni debe quedarse en estos cinco idiomas. Yo mismo tuve la necesidad de que uno de mis poemas, hace bastantes años, se pudiera recitar... en chino.
¿Qué conocimiento tenía yo, en 1987, del chino? Prácticamente, ninguno. Apenas, como casi todos nosotros (so pena de que alguno de ustedes sea chino), conocía la peculiar fonética de dicho idioma, por cosas escuchadas en la radio o en la televisión. Incluso, en algunas películas de cine.
Sin embargo, se había instalado en mí esa necesidad de que el dichoso poema "me sonara a chino". Y no paré hasta conseguir que el bueno de Ming Chao Dong (quien falleció casi inmediatamente, y ruego al cielo que tal circunstancia no tuviese nada que ver con el esfuerzo que realizó con mi poema), un chino de Shangay, al que tuve acceso a través de un amigo español que comenzaba sus negocios allí, lo tradujese a tan singular (pero tan expansiva) lengua.
El poema, en español, se titula "He visto el negativo". Ming Chao Dong, que era el asistente de mi amigo, en cuestión de propiciar que éste se entendiese con sus clientes de aquel país, tradujo el poema y lo plasmó en caracteres chinos. Si tienen curiosidad, pueden verlo en mi web personal. igualmente, me lo transcribió a caracteres romanizados.
Así, el título, en chino, sonaría parecido a lo siguiente: "Uo kan ghuo fou din de she".
Y que me perdonen, la pronunciación, los posibles chinos que haya en esta sala.
Por todo lo que les acabo de apuntar, yo pienso que este asunto de los distintos idiomas, así como el que concierne a la transliteración, pueden tener mucho que ver con abundantes manifestaciones sinestésicas.
Les dejo ahí, pues, otra vastísima vía de investigación. Y no le arriendo las ganancias a quien se atreva con ella...
En tercer lugar, y aún a riesgo de que pueda parecer que caigo en la vulgaridad, también deseo comentarles que no estoy yo tan seguro de que los seres humanos afectados por la Sinestesia sean tan pocos como se viene diciendo.
Al menos, y si no me equivoco, existe un área del comportamiento humano en la que creo que el trasvase de unos sentidos a otros es casi total y simultáneo.
Casi todos los seres humanos, al menos, desde cierta edad, son "víctimas" (así, entre comillas) de la Sinestesia, en ese campo: los sentidos del oído y de la vista se incluyen en esto. Pero, en mayor y más decisiva medida, en esa tesitura, cada ser humano se ve envuelto en un maremágnum de sensaciones olfativas, del gusto y del tacto, que se relacionan intensamente entre sí, propiciando que lo que uno siente a través de uno de esos sentidos, se sienta, inmediatamente, a través de los demás...
Claro está: si el individuo no es lo que entendemos como una persona muy... frígida.
No voy, ahora, a meterme aquí en las causas de otros posibles desórdenes en la conducta de los individuos en esa actividad humana, como puedan ser los fallos de transmisión neuronal, los inadecuados niveles de dopamina, de serotonina y de melatonina.
O, simplemente, la incapacidad para emitir y para recibir los requeridos chorros de feromonas. Ni de las endorfinas, que con cierta frecuencia se muestran alborotadas.
¡Doctores tiene la Sinestesia! Porque parece que los términos feromonas y endorfinas no figuran, todavía, en el DRAE.
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CONOCIMIENTO Y ACERCAMIENTO A LA SINESTESIA
EXPERIENCIAS SINESTÉSICAS DE CONOCIDOS, A PARTIR DE MIS EXPRESIONES ARTÍSTICAS Y OTRAS CONSIDERACIONES
Desconozco si, desde mi más tierna infancia, experimenté asuntos relacionados con la sinestesia.
Pero sí recuerdo, desde lo que mis cortezas supraparietales pueden permitirme, que, ya, con sólo seis años de edad, dibujaba, pintaba con los escasos materiales que en aquellos tiempos caían en mis manos, escribía pequeños cuentos, realizaba pequeñas funciones de teatro y circenses (aún me duele todo el cuerpo por el costalazo que me di, cuando, haciendo supuestos ejercicios de trapecio, la rama de la parra sobre la que yo evolucionaba se partió y fui a dar con mis huesos en el fondo del pequeño pozo artesano que había en el patio de mi extinta casa natal); y, además, ya… mi madre comenzó a enseñarme Lenguaje Musical. Decir Música, a aquellas alturas, resultaría excesivo.
Realmente, para un niño habría resultado muy difícil establecer los límites que aparentemente separan todas esas (digamos) disciplinas, actividades o plasmaciones sensoriales. Al igual que puede ocurrirles a ustedes, doctos estudiosos de la Sinestesia, para tratar de separar el polvo de la paja sinestésica, dado que, creo, la línea que separa a ésta de la simple asociación de ideas es demasiado delgada.
Para mí, todo era, y sigue siendo, casi lo mismo. Sólo cambiaban los materiales y algunas pequeñas formas de expresión.
Pero sí recuerdo, perfectamente, los olores de mi infancia: el olor de las celindas, del galán de noche, de los nardos, etc.., que se percibían en aquella calle de mi barrio, a pocos metros de donde nos encontramos. Tengo esos olores metidos en “lo seso”, como dicen los portugueses en una suerte de "espangués", poque creo que lo correcto sería que dijeran "o seso".
También recuerdo los sonidos que flotaban en mi casa, de entre los que sobresalían los que emitía el viejo piano de 1850 fabricado por Slocker en Madrid, y que era tocado por mi madre y por mi hermana. A veces, por doña Pilar Iglesias, la profesora particular que venía a casa.
Sí quisiera resaltar que yo, entonces, “veía” cómo las féminas de mi casa, al contemplar unas libretas en las que había dibujada una gran cantidad de hormiguitas (supongo que eran corcheas sueltas, semicorcheas, fusas, semifusas y, quizás, alguna garrapatea), reconvertían aquellos animalitos en sonidos bien temperados. El sentido de la vista y el del tacto entraban, ahí, en agradable fusión con el del oído.
Ya, por las noches, el asunto se me tornaba algo más trágico: mi madre solía ponerme, para que me durmiese, en uno de aquellos viejos gramófonos, la consabida “Sonata a Kreutzer”…, en su admirable afán de familiarizarme con el violín, instrumento que ella me tenía preparado, para cuando llegase el momento. Instrumento con el que (como con tantas otras cosas) nunca llegué a nada, a pesar de los esfuerzos de mi maestra Paquita Alonso. Las quejas del sufrido vecindario surtieron su efecto y, finalmente, el violín fue a parar al baúl de los olvidos. Algunos de aquellos vecinos todavía sufren de alucinaciones y pesadillas, de resultas de mis espeluznantes maullidos sobre el violín. ¡Ni la bomba de Hiroshima, vamos..!
No obstante, todo eso, de una u otra manera, iba llegando y asentándose en “lo meu seso”; a través de los sentidos, claro. Lo que no tengo tan claro es si todo ello se producía a través de continuados fenómenos osmóticos, por avanzada fecundación in vitro o por ¿cómo?
Siempre "he visto" la tonalidad de Fa Sostenido menor de color magenta y, mi apellido, de color gualda.
En el programa del Congreso dice que yo soy compositor, pintor, escritor e inventor de juegos de inteligencia.
Pudiera ser... Sin embago, yo preferiría autocalificarme como “expresador” artístico (cuando una palabra no existe, necesito inventármela. De ahí, el término “expresador”), y no quedar repartido ni hecho cachos por los compartimentos estancos que impone la sociedad de consumo.
Bien. Volviendo al asunto de los colores, relacionados con la música, y sin desear extenderme mucho en ejemplos como éste, que seguramente ustedes ya habrán expuesto sobradamente, sí quisiera dejar aquí constancia de algo que, inexplicablemente, para mí, sorprendió a mi maestro de Contrapunto y Fuga, el nunca bien ponderado don Julio Marabotto. El asunto, para mí, resultaba no ya lógico, sino hasta muy recomendable para no confundirse al escribir música: asignar a cada línea melódica un determinado color. Porque sí es cierto que, al igual que me ha sucedido siempre con las coloraciones de las tonalidades, también yo he visto, desde un principio, un determinado color para cada tesitura de las que componen el espectro coral; y el instrumental. Mi maestro músico me comentó que eso sólo lo había visto (él o su propio maestro, Palau) en una partitura que se exhibía dentro de una urna en el Conservatorio de París. Les estoy hablando de hace muchos años. Hoy en día, y más, con los programas musicales para ordenadores, creo que esa práctica está muy extendida.
Precisamente, debido a esa masiva difusión de la escritura musical en distintos colores, tengo muchas dudas sobre si aquellos ejercicios míos eran productos sinestésicos. Más bien, me inclino a creer que no.
Pero quisiera dejar constancia de otros dos ejemplos, de los que no tengo la menor duda acerca del hecho de que la Sinestesia obra sus milagros sobre mí.
El primero está relacionado con la radio, como medio transmisor. Como sabemos, cuando escuchamos la radio, todos ponemos las imágenes. Es lo bueno de la radio, según dicen, en comparación con la televisión.
Sin embargo, a mí me ha sucedido, sólo en 5 ó en 6 ocasiones, no más, lo siguiente, escuchando la radio a oscuras y tendido en mi lecho o catre: en esas pocas ocasiones, yo no he puesto ninguna imagen. Es más: no estaba escuchando atentamente lo que los contertulios radiofónicos decían. Yo estaba pensando en otras musarañas o cosas. Y, se lo aseguro a ustedes, no me encontraba en estado de duermevela, sino tratando de descansar mi esquilmada columna vertebral.
Súbitamente, fueron las imágenes de los contertulios radiofónicos las que se proyectaron sobre mi frente. Imágenes tan vívidas, que hasta recuerdo los rasgos de las personas que se me representaban. Y hasta el más mínimo detalle de las inflexiones de sus voces, de sus ademanes, de sus vestimentas y de cómo, según su discurso, sonreían o se enojaban, etc... Con el ingrediente añadido de que, conociendo yo los rostros de casi todos esos contertulios, ninguno de ellos se correspondía con ninguna de las imágenes proyectadas sobre el interior de mi frente. No obstante, lo que cada uno decía sí era lo que realmente se estaba escuchando por medio del receptor de radio.
La duración media de cada uno de esos fenómenos, la estimo, chispa más o menos, en unos diez minutos.
El segundo tiene que ver con la bomba atómica que se lanzó sobre Hiroshima. Me enteré, igualmente, a través de un programa radiofónico, mientras trabajaba en mi estudio. El contenido de esa información se resume en el hecho de que, al parecer, una imagen de Rita Hayworth iba adherida a la bomba "Little Boy" que se lanzó sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. Y desde un avión llamado "Enola Gay".
En estos momentos, ya da igual si eso es una... "leyenda urbana" (expresión que detesto casi tanto como la de "tal persona, animal o cosa es entrañable"), o si se trata de una leyenda rural, bucólica o marinera, por endulzar un poco el asunto.
Como fuese, aquel día, 6 de Agosto de 1985, y hacia las cuatro de la tarde, recibí un fuerte desgarro carnal, emocional y espiritual, por mor de lo recién escuchado en la radio.
Con la fiereza propia de quien se le acaban de abrir las carnes, tomé un lápiz y un papel y escribí el siguiente poema justiciero:
Terminado el poema, acometí la composición de un pequeño "lied" o canción de concierto para soprano y piano, basándome en el escueto pero duro texto. Siento no poder reproducir aquí esa música, grabada y estrenada en 1988, ya que la grabación la tengo en cinta de carrete abierto y no he tenido tiempo, todavía, de pasarla a formato digital.
Tres años más tarde, pasé a pintar sobre un gran tablero la imagen de la susodicha Rita, la cantaora, pero dándole un brusco aspecto de espectro postnuclear.
La imagen de esa pintura es ésta:
Qué duda cabe que la pobre de Rita Hayworth no tuvo ninguna culpa de que la incluyeran en aquella "gracia" que les llovió a los japoneses. Pero, casi irracionalmente, materialicé en ella todo el dolor, todo el desgarro de mi alma que el impacto de aquella, digamos, noticia radiofónica me provocó.
La obra "OCCISA DE UNA NOCHE DE VERANO", que subtitulé como "Hiroshima, In Memorian", no estaría completa si faltase alguna de las tres expresiones con las que llegué a materializarla: el poema, o expresion literaria, la música, o expresión sonora relacionada con el sentido del oído, y la pintura, relacionada con el de la vista.
Estoy plenamente convencido de que el conocimiento de esa dura anécdota incidió en casi todos mis sentidos... Y de que el trasvase de esas sensaciones, de uno a otro, fue, más que probablemente, una manifestación sinestésica.
Por otra parte, otra obra musical mía, mi Décima Sinfonía, "Vientos de Sierra Nevada", Opus 112, grabada en disco CD y estrenada por la Orquesta de Córdoba, dirigida por Leo Brower, sin ser una obra descriptiva ni programática, ha propiciado que muchos de los que la han escuchado me hayan comentado que, especialmente, en un pequeño pasaje, ellos han percibido en cogote propio esos... vientos de Sierra Nevada.
Les pongo a ustedes unos pocos segundos del mencionado pasaje.
(Van desde el comienzo al minuto 00:01:50).
El largo y tortuoso camino, hasta llegar a conocer el contenido semántico de la palabra Sinestesia:
A pesar de mi continuo afán por conocer cuantas más cosas, mejor, lo cierto es que no tuve conocimiento de la existencia de la Sinestesia, bajo esa denominación, hasta 1987.
Eso ocurrió cuando leí el comentario crítico a mi exposición de pintura titulada “Antonio Gualda pinta su Música”, escrito y publicado por Juan Manuel Gómez Segade en el diario Ideal de esta ciudad.
Gómez Segade escribió, sobre esa exposición mía:
“De ese ansia de comunicación, surgen los experimentos pictóricos en los que priva un espontaneísmo (sic) casi irracional, obturador de cualquier tendencia uniforme y definida: allí vemos “impresiones”, composiciones equívocas (“intervalos”), metáforas visuales y multitud de asociaciones entre la naturaleza concreta y el cromatismo puro, que conectan en la voluntad sinestésica del autor”.
Mi primera impresión fue de mosqueo. Eso de que yo tuviese “voluntad sinestésica”, no sabía si tomármelo como un piropo o como una afrenta… ¡Vamos: como si me hubiesen llamado “individuo”!
Acudí enseguida al diccionario… No encontré nada que pudiese aclararme el verdadero significado del término “sinestésica”. Y a Google le faltaban muchos años para que aterrizase y me advirtiese eso de que "Probablemente, usted ha querido decir esta otra cosa".
Pero no por culpa del crítico de Arte, ni por culpa del diccionario: como más tarde pude comprobar, en la reseña periodística había una errata de imprenta: la palabra, realmente publicada, fue “senestésica”, que fue lo que yo estuve mirando en mil y un diccionarios.
Así, dejé en reposo disimulado mi relativo mosqueo, durante años.
El asunto se despejó durante mi primer encuentro con María José de Córdoba.
Habíamos quedado, para conocernos en persona y hablar de Arte, en general. Como ese encuentro durase unas cuatro horas, pude desgranarle muchos pasajes de un par de mis gruesas e inéditas novelas, así como que pude describirle muchas de las experiencias que había tenido con mis jovencísimos alumnos -niños, realmente- de composición musical, a los que hacía escribir música contemplando determinados paisajes o cuadros, o escuchando los ruidos ambientales, en los que se incluían los que producen los grillos, las fotocopiadoras, los aviones, etc…
(Hago aquí un inciso: muchas de aquellas no tan pequeñas obras “ruidistas”, concretas, electroacústicas, fueron posteriormente estrenadas en los primeros conciertos que se dieron de esas músicas en Granada -pese a quien pese. Eso está debidamente documentado, y las obras de mis alumnos gratuitos, niños, debidamente registradas en la Propiedad Intelectual-, en Villa San José, de la carretera de Armilla, aproximadamente, entre 1987 y 1988, eventos de los que se hizo eco Radio 2 de Radio Nacional de España, llamada hoy Radio Clásica. Más de cien obras, de ese corte, y compuestas de esa manera, se conservan grabadas en los archivos sonoros de la Asociación Cultural “Valentín Ruiz Aznar”, con copias de seguridad en distintos países. Por si las moscas…
Y, en inciso sobre inciso, les cuento que puedo recordar cómo una de aquellas jovencísimas alumnas, siguiendo con el dedo índice una determinada partitura de grafías modernas, mientras escuchaba la misma mediante un magnetófono, movía el dedo muy rápidamente sobre las grafías de los sonidos VIBRATI y de los FRULLATI.
Cada alumno presentaba alguna de estas personales peculiaridades.
Ustedes pueden consultar una somera documentación sobre todo eso, nombres de autores y de obras, con solo escribir en Google el nombre completo de dicha asociación. Si bien, en esa web sólo está la cáscara de la naranja. Introducir en la misma toda esa información requeriría, quizás, de años y de expertos webmasters… Fueron más de cien obras; doscientas, quizás… Muchas de ellas, de bastante enjundia y con mucha lógica interna, además de ser obras de duraciones considerables…
El tiempo pondrá todo eso en su sitio, aunque yo no llegue a verlo).
(Otro inciso más: quizás no sea por casualidad, que otras exposiciones pictóricas mías hayan llevado títulos genéricos tales como "El Éter Caliente" o "Mis Sueños Blanquinegros").
Al escucharme, María José comenzó a repetir, casi continuamente: “¡Eso es Sinestesia!”.
Me lo dijo tantas veces, que, ya, sin disimulo alguno, le pregunté el significado del término; con lo que, de paso, liberé de mi mosqueo ancestral a Gómez Segade.
Las experiencias que he citado en mi inciso no fueron, solamente, de composición musical, por parte de mis alumnos gratuitos, niños.
Igualmente, se conservan abundantes trabajos de expresión plástica, que realizaban escuchando unas músicas u otras.
O hacían sus pinitos, de la misma manera, con la literatura, generalmente, en forma de cuentos cortos, que son una verdadera delicia.
Por mi parte, yo pensaba que sólo estaba aplicando el método socrático -la mayéutica-. Hacer que mis alumnos pariesen las ideas.
Llegado a este punto, me dispongo, ya, a ofrecerles la "première mondiale" o estreno mundial de mi obra
"EL CANTO DE MIS ADOLESCENTES CAE POR EL AGUJERO DE OZONO" (Opus 120)
de 1995
No voy a establecer ninguna relación directa ni personal entre esta obra y la Sinestesia.
Solamente, les leeré algunas de sus características y el Poema o Texto Cantable de la misma.
Serán Ustedes, pues, los que, a través de sus propias impresiones y de las notas sueltas que vengo aportando, determinen (o no) cualquier posible relación entre esta música y la Sinestesia.
Fragmento de la Partitura Instrumental:
POEMA o TEXTO CANTABLE:
(Poner la Obra).
Aún hoy, cuando estoy ya retirado de aquellas informales clases, peripatéticas, en muchas ocasiones, suelo poner en esos aprietos a mis dos pequeños nietos, que se lo pasan de rechupete.
Ya, en mi propia web, colgué hace meses algunos de los trabajos plásticos realizados por uno de ellos, escuchando música de Zoltan Kodaly, por un lado, y, en otros momentos, escuchando música ligera o, sencillamente, infantil.
Les aseguro que los resultados, con pocas horas de diferencia entre unos trabajos y otros, son… muy diferentes (valga la redundancia).
Dudar sobre la veracidad de lo que digo, sería como dudar de que yo estoy ahora aquí, dándoles la murga. O como dudar de que ustedes estén ahí, escuchándome… ¿pacientemente?
A no ser que sea cierto aquello del mito de la caverna, claro.
Hubo, una vez, un crítico (ni granadino, ni valenciano, ni murciano. ¡Je!) que escribió muy bien sobre mi “Teorema cósmico” Opus 66 (¡Jeee! ¡El maquiavélico número de Opus no es casual, se lo aseguro...!).
Sin embargo, ese crítico se atrevió a dudar acerca del hecho de que el desarrollo de dicha obra (que tengo aquí, en estos CDs, que fue estrenada hace 15 años en el Palau de la Música de Valencia, y que dura algo más de 51 minutos, siendo la obra electroacústica más larga jamás compuesta… ¡No teman! ¡No voy a ponerla hoy aquí!), como decía, ese crítico dudaba de que el desarrollo de la obra estuviese basado en, precisamente, un desarrollo concreto de las Fórmulas de Bessel, de Trigonometría del Espacio.
Miren ustedes: cuando a uno le echan de un examen trimestral del antiguo Pre-Universitario, porque el profesor, EQUIVOCADAMENTE, creyó que me estaba copiando las Fórmulas de Bessel, a uno NUNCA podrán olvidársele las dichosas fórmulas.
Lo que ocurre es que uno no está para enseñar matemáticas ni física cuántica a los críticos musicales, si es que éstos deben existir. Quizás sería mejor respaldar las figuras de los comentaristas musicales, de los comentaristas y orientadores de arte, etc…
Ya, hacía años, cuando mostré la partitura de mi “Trío Razón metricconverterProductID2”2”, publicada con todas las de la Ley, a Carmelo Bernaola, cuando éste comprobó que al final de la publicación yo explicaba minuciosamente cómo había distribuido todos los elementos de dicha obra, partiendo del desarrollo de una Progresión Geométrica de Razón = 2, Bernaola me dio, más que un consejo, medio estacazo, diciéndome, en el aula Rosa Sabater del Centro Cultural “Manuel de Falla”: “¡Amigo: esto no se debe explicar!”.
Aún así, conservo en lugar secreto el desarrollo espacial que utilicé para construir mi “Teorema cósmico”. Aunque ni eso sería necesario, porque recuerdo, perfectamente, cómo llevé a cabo ese trabajo.
Las matemáticas, la física cuántica y todas las percepciones sensoriales están continuamente retroalimentándose en las obras que escribo (musical o literariamente) o que plasmo plásticamente.
También, en los desarrollos de los juegos de inteligencia que tengo patentados. En los que ni la matemática ni la física pueden fallar, porque al pasar al terreno de la interactividad, cualquier fallo haría caer, por su propio peso, a cualquiera de esos juegos.
Juegos de los que también vuelvo a tomar elementos para escribir mi música o plantear mis SIEMPRE inéditas novelas. Eso de “inéditas” es una manera convencional de decirlo, porque bastantes de ellas han sido leídas por miles de comunicantes “internáuticos”.
Hasta en mis relatos cortos está presente una continua e intensa retroalimentación sinestésica. No hay más que leer el prólogo que escribió sobre mi libro “Tales relatos” el escritor Gregorio Morales que, como deben saber, es un experto en la literatura cuántica.
Mantengo archivados miles de comentarios y testimonios sobre mis obras… Mis múltiples libretas de direcciones de e-mail llegan casi a los cuarenta mil comunicantes.
Sólo les transmitiré el contenido extractado de unos pocos, que pueden conectar con el sinestésico asunto.
En relación con este asunto, no hace muchos meses, el Doctor por la Universidad de Sâo Paulo, Post Doctor en Análisis del Discurso, J. Benedito Donadon, publicó un trabajo titulado “O espetáculo da vida -a semiótica complexa Antônio Gualda”, que, en español, viene a significar algo así como: "La compleja semiótica de Antonio Gualda (El espectáculo de la vida)".
---Muchos de los que escuchan, por primera vez, mi "Teorema Cósmico", me han transmitido el profundo sentimiento de angustia que llegan a experimentar, conforme avanza el discurso de la obra. Literalmente, me escriben que "he tenido que levantarme, abrir todas las ventanas de la casa, beber ávidamente agua muy fría y meterme en la ducha". El contenido, casi exacto, de este comentario, me llega una y otra vez, procedente de los más dispares puntos del planeta, y emitido por personas que no se conocen entre sí.
---Hace más de un año, una señora venezolana (Amalia Guerrero de Carletti), leyendo una de mis novelas inéditas, "De cómo me abandonaron ciertos deportes", me aseguró, por e-mail, que, mientras leía el libro, escuchaba, literalmente hablando, mi voz. Siendo el caso que esta señora no me ha escuchado nunca, ni en persona, ni en grabación.
Me escribía:
“No tengo apoyo alguno de mi memoria. Ni, tampoco, de asociación de ideas alguna. Pero escucho tu voz claramente, contándome al oído lo que narras en tu libro. Es… una voz grave, casi de bajo…”.
---En Lisboa, año 2004, la pintora Pilar Bamba estuvo largo rato describiéndome las sensaciones, casi paranormales, diría yo, que su hermana había experimentado al contemplar por primera vez, en Internet, la reproducción de mi óleo “La Chica Sabática del Pub”.
Para terminar, podrán escuchar mi obra de 1994, titulada "LUZ-MEMOR" Opus 102", cuyo título es una contracción entre dos de los términos que forman parte del título primigenio de una de mis novelas.
Valga todo lo dicho, hasta aquí, para que ustedes puedan encontrarle relación con la Sinestesia. Difícil lo tienen, porque en este caso no les estoy dando pistas.
Tampoco soy yo Ury Geller...
Esta obra fue estrenada mundialmente en el CENTRO DE ARTE "Reina Sofía" de Madrid, en un concierto internacional celebrado en Junio de 1994.
(Poner la Obra).
Y, como "time is quickly passing by", sólo me queda agradecerles estos tan cortos como merecidos aplausos, y más que agradecerles la hora de VIDA que me han otorgado.
FIN de la Ponencia.
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2.- ARTÍCULO PREVIO (a la Ponencia).
¿SINESTESIA? de Antonio Gualda
8Copyright del texto: Antonio Gualda Jiménez.
8 Copyright de las imágenes: David García Gualda.
Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página sin las autorizaciones expresas y por escrito de los autores
Este artículo conta de 2 partes, y sirve como introducción a la intervención de Antonio Gualda en el II CONGRESO INTERNACIONAL de ARTE y SINESTESIA, de Granada 2007.
"Siempre "he visto" la tonalidad de Fa Sostenido menor de color magenta y, mi apellido, de color gualda".
(Antonio Gualda, rememorando con ternura a Rimsky - Korsakow
a las dos de la madrugada, mientras truena en el exterior...).
Colaboración con la FUNDACIÓN INTERNACIONAL artecittà
Parte 1
Un conejillo de Indias
Compositor, pintor, escritor e inventor de juegos de inteligencia. Pudiera ser...
Realizó numerosas experiencias de corte ¿sinestésico? con sus alumnos, propiciando la creación de obras pictóricas y musicales (especialmente) al ¿sinestésico? modo (sin ser muy consciente, en aquellos momentos, de la existencia del hecho sinestésico) y siguiendo las pautas de la mayéutica socrática. Obras creadas por cada alumno según su grado de personalidad sinestésica. Obras que, al día de hoy, no han sido analizadas ni sistematizadas por expertos sinestésicos o ¿sinéstetas?
El cúmulo de obras (sobre todo, las musicales) es inmenso, y las mismas requerirían de años (quizás, de lustros enteros, para qué nos vamos a engañar...) para ser analizadas, estudiadas y sistematizadas desde el punto de vista de la sinestesia rigurosa y científica.
Igualmente, muchas de las propias obras de Gualda ¿pueden? considerarse sinestésicas.
Ya, en 1986, Gualda expuso públicamente su colección pictórica titulada "Antonio Gualda pinta su música" y el critico de Arte del diario Ideal de Granada comentó el carácter sinestésico de dicha colección (y de su autor) en dicho periódico.
De la misma manera, otras obras de Gualda, literarias, musicales y pictóricas ¿podrían? considerarse como el fruto de un ser sinestésico.
Tras el primer encuentro con Mª José de Córdoba (una entrevista distendida que duró cuatro horas, en el año 2000), la propia experta en sinestesia, al ir escuchando de boca de Gualda las experiencias de éste, ya le comentaba que las mismas eran experiencias sinestésicas.
Quizás, uno de los ejemplos más claro sea "OCCISA DE UNA NOCHE DE VERANO (Hiroshima, In Memoriam)", concebida por Gualda tras recibir un gran impacto emocional (que recibió en la mismísima jáquima), al enterarse de que la imagen de Rita Hayworth iba adherida a la bomba atómica que se lanzó sobre Hiroshima. ¿O fue la de Nagasaki?
Esta obra es producto de ese impacto emocional (y, por tanto, sensorial -no en vano se dice que "Nihil est in intellectus quod prius non fuerit in sensus", frase que está en todas las barras de las cafeterías de barrio a las 8 de la mañana de los días más que laborables, como es sabido por todos-, en tres de sus aspectos). Triple impacto sensorial, por tanto.
El desgarro anímico que sufrió Gualda le sobrevino justo encima de su probable sentido musical-sonoro, de su -digamos- sentido literario y de su sentido visual. Ya que la obra, para ser apreciada por completo, hay que escucharla (su música y su texto literario, consistente en un poema desgarrador y justiciero, pues se trata de, musicalmente hablando, un lied o canción de concierto para soprano y piano) y contemplarla (la pintura, que refleja el espectro postnuclear basado en una de las imágenes más conocidas de Rita Hayworth, quien tuvo ese más que dudoso privilegio...).
Antonio Gualda no se considera a sí mismo, pues, estudioso de la sinestesia, sino, quizás, "conejillo de Indias" para los estudiosos, los analistas y los estructuradores sistemáticos de la sinestesia (¿los sinéstetas?).
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Parte 2
Este trabajo se basa en una serie de 7 dibujos realizados por el nieto del propio Gualda, David García Gualda, a la edad de 2 años y once meses.
Supervisado por Gualda, el niño realizó los dibujos sobre cartulinas de tamaño A-4, y mediante rotulador de punta gruesa.
Estos dibujos se realizaron mientras el niño escuchaba música. Varias canciones ligeras, para los 4 primeros dibujos; y una obra de Zoltan Kodaly, para los 3 últimos dibujos.
Para los trabajos en torno a las canciones, sólo se utilizó en una ocasión una fuente sonora.
En las 3 restantes, además de la música, el niño contemplaba, a hurtadillas, una película en la que se interpretan esas mismas canciones.
Con lo que los tres trabajos correspondientes ¿se pueden considerar? como sinestésicos, tomando distintas fuentes estimulantes?
El trabajo sobre la obra de Zoltan Kodaly fue llevado a cabo mientras el niño escuchaba la música procedente de la radio (Radio Clásica, de Radio Nacional de España, como se puede comprobar por el boletín de dicha emisora, en el que se da cuenta del día y la hora de la retransmisión de la mencionada obra).
El niño, pues, "dibujó" la música que estaba escuchando y las imágenes de cine que estaba viendo (en tres de los trabajos).
En suma, percibió el sonido, fundamentalmente, desde el sentido del oído, pero recayó en su sentido de la vista, dando origen a expresiones plásticas concretas.
Utilizando términos de la moderna psicología de la década de los años setenta del ya muy lejano Siglo XX, podríamos asegurar que la mente del niño funcionó de manera divergente, al percibir esas sensaciones; y de manera convergente, al plasmarlas sobre la cartulina.
A continuación, se exponen los dibujos.
Igualmente, NO se exponen análisis detallados de lo que sugieren dichos dibujos en relación con la música y con las escenas cinematográficas.
¿Para qué, si a la vista están los distintos resultados plásticos, en función de las primigenias sensaciones?
Trabajo 1, del 20 de febrero de 2003 y Trabajo 2, del 20 de febrero de 2003
Trabajo 3, del 20 de febrero de 2003
Trabajo 4, del 20 de febrero + Trabajo 5, del 20 de febrero + Trabajo 6, del 20 de febrero
Trabajo 7, del 20 de febrero de 2003
FIN del Artículo previo a la Ponencia
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E-mail: agualda2(A)hotmail(dot)com
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