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Artículo de Antonio Gualda sobre el artista IVÁN PIÑERÚA, de noviembre de 1990
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Artículo de Antonio Gualda sobre el artista IVÁN PIÑERÚA, de noviembre de 1990
Antonio Gualda's article on the artist IVÁN PIÑERÚA, November 1990.
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Índice (Index):
1) Artículo de Antonio Gualda sobre el artista IVÁN PIÑERÚA, de noviembre de 1990.
1) Antonio Gualda's article on the artist IVÁN PIÑERÚA, November 1990.
2) Pequeña Galería de fotografías de IVÁN Piñerúa en relación con las actividades artísticas de Antonio Gualda.
2) Small Gallery of photographs of IVÁN Piñerúa in relation to the artistic activities of Antonio Gualda.
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1) Artículo de Antonio Gualda sobre el artista IVÁN PIÑERÚA, de noviembre de 1990.
1) Antonio Gualda's article on the artist IVÁN PIÑERÚA, November 1990.
ARTÍCULO
IVÁN PIÑERÚA, ese artista.
Por Antonio Gualda Jiménez.
Noviembre de 1990.
Copyright, Todos los derechos reservados.
Tuve la primera noticia de la existencia de Iván Piñerúa en el segundo lustro de los años setenta. Hace, ahora, unos doce o catorce años.
Un compañero llamado José Calvente Isla, (Pep'Isla, para los amigos) fue la persona encargada de avisarme de lo siguiente, en su lenguaje coloquial de Lanjarón: "En la catedral, hay un pintor con "toa" la cabeza pelona y que se parece a Yul Brynner. Está pintando las columnas y las complicadas bóvedas de crucería... ¡Pinta "mu" bien! Dicen que se llama Iván; y le pega mucho tener la cabeza "pelá"...".
Me interesó el asunto enseguida y decidí acercarme varias mañanas por la catedral. Unos minutos (muy pocos) cada mañana, a la hora del desayuno. No llegaría a hablar, entonces, con Iván, quien trabajaba extasiado y muy atento. No debía interrumpirlo, pues... El interior de la catedral de Granada no es algo fácil de pintar en un cuadro; especialmente, esas bóvedas vistas bajo diversos tipos de perspectiva, así que era mejor no interrumpirlo...
Así, durante meses, y sin que él advirtiera mi presencia, vería cómo crecían esas magníficas pinturas. Mucho más tarde (hace ahora dos o tres años...), pude ver todas esas pinturas, y otras más, colgadas en una conocida sala de exposiciones de la plaza del Triunfo de Granada.
Para entonces, Iván y yo ya habíamos trabado una cierta amistad. En fugaces pero intensas ocasiones. Al recibirme en la mencionada sala, lo primero que me dijo (era el último día de la exposición), con esa expresión de asombro, tan suya (Iván siempre había tenido la cada vez menos frecuente virtud de conservar la capacidad de asombro), y muy sonoramente: “¡Antonio: no he vendido ni un solo cuadro!". Fui yo quien, verdaderamente, se asombraría: la pintura de Iván es excelente, muy cuidada, de composiciones muy estudiadas y originales; y, como él mismo dice, "de pinceladas en las que procuro que no se note la existencia del pincel".
Mi asombro, por demás —y además—, venía dado por otra circunstancia: en esa misma sala, y durante la exposición anterior, el pintor de turno (bueno, pero no más que Iván; conocido, pero no más que Iván), y según se decía, acababa de conseguir vender obras por un importe total de ¡¡¡veintidós millones de pesetas!!! ¡¿Cómo era posible, pues, que Iván, el magnífico, no hubiese conseguido vender ni una sola obra?! Desde luego, yo ya tenía mi teoría sobre el asunto...
No recuerdo, bien, en qué momento llegamos a trabar conversación Iván y yo. Quizás, a la salida de algún evento cultural o artístico, en los primeros años ochenta. Porque le recuerdo tomando parte en coloquios finales, expresándose voluptuosamente, como suele hacerlo, y cargado de toda la sinceridad del mundo.
Pronto comprobaría que Iván no sólo era un magnífico pintor, de brillantes ideas pictóricas: Iván Piñerúa, además, era un hombre libre, de ésos que no temen expresarse tal y como piensan las cosas. Y eso, para mí, siempre ha tenido mucho valor: siempre he preferido a los que dicen lo que piensan, por encima (¡muy por encima!) de los que se atienen a decir, solamente, "lo conveniente". Generalmente, para no molestar a los que les llenan los pesebres.
Ya, en 1985, le invitaría a que nos visitara en nuestra humilde asociación cultural del "córner" sudoeste de la ciudad. Un modesto local de unos sesenta metros. Allí, y durante toda una tarde, le estuve descubriendo los más diversos detalles de nuestra labor en la asociación; especialmente, la del nunca bien ponderado don Manuel Reyes Gutiérrez en el terreno de las artes plásticas. Al término, nos tomaríamos unas cañas en el bar del barrio.
Iván se sentiría muy halagado y orgulloso por el hecho de que yo le hubiese llevado hasta el fondo de mi cubículo. No era para tanto, desde luego, pero él así lo consideraría. ¡El verdaderamente halagado era yo...!
En el bar, y hablando de mis problemas con el sueño, me recomendaría con ardor que fuese a hacer yoga (desgraciadamente, nunca pude cumplir con esa recomendación suya). Y, a su vez, me invitaría a visitar su estudio; devolución de visita que se produciría algunos días más tarde, y durante la que me desvelaría muchos de sus secretos artísticos.
Aceptaría presidir el jurado de la edición de 1985 del concurso de pintura de nuestra asociación (asunto que quedaría reflejado en las páginas del diario Ideal de Granada, días después del 29 de septiembre) y en numerosas fotografías...
Aquella tarde-noche del 29 de septiembre de 1985 resultaría mágica e inolvidable. No sólo para mí, sino, también, para la gran cantidad de socios que acudieron a conocer el fallo del concurso y a escuchar la charla-conferencia previa que Iván nos ofrecería sobre su pintura y sobre otros muchos aspectos del Arte.
Foto de la izquierda: Conferencia del pintor IVÁN Piñerúa, sobre su propia pintura,
en nuestra asociación, el 29 de septiembre de 1985. Le acompaña su esposa.
Foto de la derecha: Parte del público asistente a la Conferencia de IVÁN Piñerúa,
que atestaba el local el 29 de septiembre de 1985.
Antes de todo eso, en dos coches de sendos socios, fuimos a recoger a Iván y a su esposa al estudio del pintor, en una calle que da a plaza Nueva de Granada. No sólo recogimos al feliz matrimonio, sino que cargamos algunos de los más significativos cuadros del artista en los coches.
Iván pudo, con su lenguaje sonoro, directo y llano (pero culto), desgranar a toda la parroquia (gran cantidad de personas de todas las edades, que desbordaba la capacidad del local y se apiñaba en la calle, a sus puertas) sus conceptos estéticos, sus predilecciones técnicas, etcétera...
Todos quedaríamos asombrados ante esos cuadros suyos en los que los elementos figurativos parecían tomar vida (literalmente hablando) y parecían estar moviéndose. Platos, cuchillos, frutas..., "se movían" en sus singulares lienzos... Todos estábamos fascinados: público en general, socios, alumnos de la asociación, artistas concursantes y, naturalmente, yo mismo.
La segunda parte de su disertación, y antes de revelar el veredicto del jurado del concurso, la dedicaría a hacer un pormenorizado juicio crítico de cuantas obras se habían colgado, y que se habían presentado al concurso.
Debo aclarar que Iván no pudo conocer, de antemano, los nombres de los autores de cada una de esas obras: se estaban mostrando las mismas con las firmas cuidadosamente tapadas, a fin de que el Jurado (e Iván, por supuesto) no pudiese conocer la identidad de los autores antes de emitir el fallo. También he de aclarar que Iván consultaría previamente a toda la concurrencia (entre la que, como ya he escrito, estaban los concursantes) si consideraba oportuno que hiciese esos comentarios y esos juicios estéticos y técnicos sobre todas y cada una de las obras allí expuestas. Sin excepción, todos los allí presentes dieron su aquiescencia a dicha propuesta.
¡Y ahí vino lo bueno!: Iván, fiel a su firme honestidad, y con su esplendorosa verborrea, se detuvo ante cada cuadro y lo examinó con entera libertad para, a continuación, emitir los juicios estéticos y técnicos de cada obra. Juicios que él mismo tildaría de subjetivos.
Siempre he pensado que uno aprende mucho si sabe escuchar las críticas sinceras y bienintencionadas. No había por qué enfadarse, pues, cuando Iván "destripaba" ésta o aquella obra. Quizás, sólo Antonio Hidalgo —nieto del Marqués de Santa Cruz y, a la sazón, profesor de pintura de nuestra asociación— y yo conocíamos las identidades de los autores de cada una, pues se habían estado recibiendo por separado y mediante citas previas, a fin de que ningún autor ni nadie del jurado pudiese conocer las identidades de los concursantes.
Tampoco, en un concurso de ámbito provincial, y sin premios en metálico, podría haberse esperado que concurriesen obras de demasiado valor artístico, aunque algunas de las mismas sí "salvaban el pellejo".
Para mí, el pormenorizado análisis que desgranó Iván resultó de lo más gratificante y edificante. Ya digo que se aprende mucho cuando a uno le atizan "no por lo personal", sino con la identidad bien preservada. Por ahí conservamos grabada toda la charla de Iván y su posterior análisis de cada obra.
Sin embargo, algunos de los autores presentes se enfadaron ostensiblemente. ¡Mal hecho, so tontos! Nadie se estaba metiendo con vosotros "por lo personal". Se estaban analizando obras y sacándoles sus defectos, para que quien quisiera escuchar, que escuchase y tratase de mejorar. Y, si no se estaba de acuerdo, dejase el agua correr...
Pero, como digo, algún autor se delató con sus aspavientos. Incluso, levantándose para ir a descolgar su obra y salir pitando...
¿Fue duro, Iván? NO. Su exhaustivo análisis de los defectos de las obras fue sincero y muy didáctico. Amén de muy ameno, cuando delataba tremendos fallos de perspectiva o cuando llegara a decir con su poderosa voz: "¡¿Y ese Beethoven al carboncillo, que está "estreñío..."?!".
Al término del acto, durante la multitudinaria "convidá" en el bar del barrio, la mayor parte de los que habían asistido a la charla-conferencia-análisis-fallo, se darían tortas por conseguir hablar con Iván. Sólo habían desaparecido del mapa dos o tres de los concursantes, los que airadamente descolgasen sus obras y salieran echando chispas, sapos y cólicos. ¡Jaaa! ¡Tontorrones!
(Es de justicia añadir que el autor de aquel "Beethoven "estreñío" al carboncillo", hoy, ya en 1990, está terminando la carrera de Bellas Artes, en la que obtiene inmejorables notas. Y justo es decir que, aunque en el momento le cayese como un rayo el comentario de Iván, no fue de los que descolgaron su obra, ni de los que desaparecieron. Aun a pesar de que el asunto le estuviese escociendo durante algunas semanas... La "medicina" de Iván, al final, le ha resultado muy beneficiosa, según me comenta cuando recordamos el asunto...).
Casi dos años más tarde, cuando el 19 de septiembre 1987 se inaugurara mi exposición en solitario que titulara "Antonio Gualda pinta su música", en el Consejo "María Estrella" de Granada, Iván acudiría en compañía de su gentil esposa. Aunque me esté mal decirlo, a la inauguración acudió un gentío. La amable esposa de Iván, enseguida, hizo buenas migas con mi madre, de la que no se separaría ni siquiera un momento durante toda la velada.
Iván no haría ninguna excepción conmigo: criticó los muchos defectos de mis pinturas y, también, alabó con justeza los aciertos que en las mismas encontró. En varias fotografías de la inauguración, se le puede ver en clarísima actitud crítica ante alguno de mis cuadros. Concretamente, en una, se me pone cara de tonto mientras le escucho atentamente (Iván, vaso de sangría en mano. Vean la siguiente fotografía de la izquierda...). Ahí, sentados en un sofá... Aun a pesar de que yo había tenido algunos muy buenos maestros, aquella tarde de inauguración aprendería mucho con Iván. Me alegré y me sigo alegrando de sus sinceras y sonoras críticas.
Foto de la izquierda: IVÁN da severos consejos a Antonio Gualda.
Foto de la derecha: IVÁN critica ajustadamente una pintura de Antonio Gualda.
19 de septiembre de 1987
Todas estas cosas, y algunas más, me hacen pensar que (precisamente, por ser tan sincero, tan honesto y tan buena persona) Iván nunca gozará en Granada del merecido reconocimiento al que es acreedor, aunque es cierto que le dieron la Medalla de las Bellas Artes (y tiene guasa la cosa: que se “ningunee” en Granada a un granadino, es moneda corriente. ¡Pero es que Iván es gallego, repámpanos!). Quizás alguien le dé algún "caramelillo"; pero, para mí, que no le dejarán levantar el vuelo. O mucho me equivoco... Ni aunque se le ocurra construir unas nuevas e ingeniosas pirámides, mejores y mayores que las de Egipto y las de México (juntas) en el Llano de la Perdiz y aledaños.
Si yo tuviera dinero, iría y le compraría toda su genial (y preciosa) producción pictórica que, mucho me temo, dormirá el sueño de los justos hasta que a algún preboste de generaciones muy venideras le dé por desempolvarlas. Y, a la par, apuntarse tantos a costa del nombre de un excelente artista de... ¿cuántos siglos atrás...?
FIN de este artículo.
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El mismo artículo, en formato PDF:
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The same article, in English:
ARTICLE
IVÁN PIÑERÚA, that artist.
By Antonio Gualda Jiménez.
November 1990.
Copyright, all rights reserved.
I had the first news of the existence of Iván Piñerúa in the second luster of the seventies. It is now about twelve or fourteen.
A companion named José Calvente Isla, (Pep'Isla, for his friends) was the person in charge of informing me of the following, in his colloquial language of Lanjarón: "In the cathedral, there is a painter that looks the head like Yul Brynner, he's painting the columns and the complicated ribbed vaults ... He paints very well! They say his name is Ivan, and he's very fond of having naked head.
I was interested in the matter at once, and decided to approach the cathedral several mornings. A few minutes (very few) each morning, at breakfast time. I would not talk, then, with Ivan, who worked in ecstasy and very attentive. I should not interrupt it, for ... The interior of the cathedral of Granada is not an easy thing to paint in a painting; especially, those vaults seen under various types of perspective, so it was better not to interrupt his ...
So for months, and without him noticing my presence, I would see how these magnificent paintings grew. Much later (two or three years ago ...), I could see all those paintings, and more, hung in a well-known exhibition hall of the Plaza del Triunfo in Granada.
By that time, Ivan and I had already struck a certain friendship. On fleeting but intense occasions. Upon receiving me in the said room, the first thing he told me (it was the last day of the exhibition), with that look of astonishment, so much his own (Ivan had always had the less and less frequent virtue of retaining the capacity for wonder), and "Antony: I have not sold a single painting!". It was I who would truly be astonished: Ivan's painting is excellent, well cared for, highly studied and original compositions, and, as he says, "of brushstrokes in which I try not to notice the existence of the brush".
My astonishment, moreover-and moreover-was given by another circumstance: in the same room, and during the previous exhibition, the painter of turn (well, but no more than Ivan, known but no more than Ivan), and as it was said, he had just been able to sell works for a total amount of twenty-two million pesetas !!! How was it possible, then, that Ivan, the magnificent, had not been able to sell a single work ?! Of course, I already had my theory on the subjet...
I do not remember, well, when did Ivan and I get together? Perhaps, after some cultural or artistic event, in the early eighties. Because I remember him taking part in final colloquies, expressing himself voluptuously, as he usually does, and loaded with all the sincerity of the world.
He would soon realize that Ivan was not only a magnificent painter, with brilliant pictorial ideas: Ivan Piñerúa was also a free man, of those who are not afraid to express themselves as they think things. And that, for me, has always had a lot of value: I have always preferred to those who say what they think, above (very above!) Of those who say only, "the convenient." Generally, not to disturb those who fill the cribs.
Already, in 1985, I would invite him to visit us in our humble cultural association of the southwest corner of the city. A modest place of about sixty meters. There, and for an entire afternoon, I was discovering the most diverse details of our work in the association; especially that of the never well-considered Manuel Reyes Gutierrez in the field of plastic arts. At the end, we would take some beer in the neighborhood bar.
Ivan would be very flattered and proud that I had taken him to the bottom of my cubicle. It was not for that, of course, but he would consider it. The truly flattered was me ...!
In the bar, and talking about my problems with sleep, he would strongly recommend that I go to do yoga (unfortunately, I could never fulfill that recommendation of yours). And, in turn, he would invite me to visit his study; return visit that would occur some days later, and during which I would reveal many of his artistic secrets.
He would accept presided over the jury of the 1985 edition of our association's painting competition (a matter that would be reflected in the pages of the newspaper Ideal from Granada, days after September 29) and numerous photographs ...
That evening night of September 29, 1985 would be magical and unforgettable. Not only for me, but also for the large number of members who came to know the contest's decision and to listen to the previous talk-conference that Ivan would offer us about his painting and about many other aspects of Art.
Photo of the left: Conference of the painter IVÁN Piñerúa, on his own painting,
in our association, on September 29, 1985. He is accompanied by his wife.
Photo of the right: Part of the audience attending the IVÁN Piñerúa Conference,
which attested the premises on September 29, 1985.
Before that, in two cars of two partners, we went to pick up Ivan and his wife at the studio of the painter, in a street that faces Plaza Nueva of Granada. Not only did we pick up the happy marriage, but we loaded some of the artist's most significant paintings into cars.
Ivan was able, with his sonorous language, direct and plain (but cultured), to scatter the whole parish (large numbers of people of all ages, who overflowed the capacity of the local and crowded in the street, at its doors) aesthetic, their technical predilections, etcetera ...
We would all be amazed at those pictures of him in which the figurative elements seemed to take life (literally) and seemed to be moving. Dishes, knives, fruits ..., "moved" in their unique canvases ... We were all fascinated: general public, partners, students of the association, artists and, of course, myself.
The second part of his dissertation, and before revealing the verdict of the jury of the contest, would dedicate to make a detailed critical judgment of how many works had been hung, and that had appeared to the contest.
I must clarify that Ivan was not able to know in advance the names of the authors of each of these works: they were showing the same with the carefully covered signatures, so that the Jury (and Ivan, of course) could not know the identity of the authors before issuing the ruling. I also have to clarify that Ivan would previously consult the entire audience (among which, as I have written, were the contestants) if I considered it appropriate to make such comments and aesthetic and technical judgments on each and every one of the works there exposed. Without exception, all those present gave their acquiescence to this proposal.
And there came good: Ivan, faithful to his firm honesty, and with his splendid verbiage, stopped before each painting and examined it with complete freedom to then issue the aesthetic and technical judgments of each work. Judgments that he himself would call subjective.
I've always thought that you learn a lot if you listen to sincere and well-meaning criticism. There was no need to be angry, then, when Ivan "gutted" this or that work. Perhaps, only Antonio Hidalgo, a grandson of the Marquis of Santa Cruz and, at that time, professor of painting of our association, and I knew the identities of the authors of each, since they had been receiving separately and through previous quotations, so that no author or anyone on the jury could know the identities of the contestants.
Nor, in a provincial competition, and without cash prizes, could it have been expected that works of too much artistic value would come, although some of them did "save the skin."
For me, Ivan's detailed analysis was most gratifying and edifying. I say that you learn a lot when you are poked "not for the personal", but with well preserved identity. There we recorded all the talk of Ivan and his subsequent analysis of each work.
However, some of the present authors were ostensibly angry. Badly done, you fools! No one was messing with you "personally." They were analyzing works and drawing their flaws, so that whoever wants to listen, listen and try to improve. And, if it was not agreed, let the water run ...
But, as I say, some author was betrayed with his fits. Even getting up to go to pick up his work and go out whistling ...
Was it hard, Ivan? DO NOT. His exhaustive analysis of the defects of the works was sincere and very didactic. Very ameno, when he betrayed tremendous mistakes of perspective or when he came to say with his powerful voice: "And that Beethoven with charcoal, who is" constipated ... "?!".
At the end of the event, during the multitudinous treat in the neighborhood bar, most of those who had attended the talk-conference-analysis-failure, would be cakes to get to talk to Ivan. Only two or three of the contestants had disappeared from the map, those who angrily disengaged their work and came out with sparks, toads and colic. Jaaa! Fools!
(It is fair to add that the author of that "Beethoven" constipated "charcoal", now, in 1990, is finishing the Fine Arts career, in which he obtains excellent notes. Ivan's remark fell on him, it was not from those who took his work, or from those who disappeared, even though the subject was picking him up for a few weeks ... Ivan's "medicine" at the end , has been very beneficial, as he tells me when we remember the subject ...).
Almost two years later, when on September 19, 1987, my solo exhibition, entitled "Antonio Gualda paints his music", was inaugurated at the "Maria Estrella" Council in Granada, and Ivan would come with his kindly wife. Even if it's bad to say, a crowd came to the opening. The friendly wife of Ivan, soon, made good crunches with my mother, of which she would not separate even a moment during the whole evening.
Ivan would not make any exceptions with me: he criticized the many flaws in my paintings and also praised the correctness of the paintings he found there. In several photographs of the inauguration, you can see him in clear critical attitude before one of my paintings. Specifically, in one, I look foolish while I listen carefully (Ivan, glass of sangria in hand. See the next photo on the left ...). There, sitting on a couch ... Even though I had had some very good teachers, that opening evening would learn a lot from Ivan. I was happy and I continue to rejoice at his sincere and sonorous criticism.
Photo of the left: IVÁN gives severe advice to Antonio Gualda.
Photo on the right: IVÁN narrowly criticizes a painting by Antonio Gualda.
September 19, 1987
All these things, and some more, make me think that (precisely because he is so sincere, so honest and so good a person) Ivan will never enjoy in Granada the deserved recognition to which he is creditor, although it is true that he was awarded the Medal of Fine Arts (and the thing is nice: to be "nobody" in Granada to a Grenadian, is common currency, but it is that Ivan is Galician, repámpanos!). Maybe someone gives him some "small candy"; but, for me, they will not let you take off. Or I'm wrong ... Not even if he can build a new and ingenious pyramids, better and bigger than those of Egypt and Mexico (together) in the Llano de la Perdiz and nearby.
If I had money, I would go and buy him all his great (and precious) pictorial production which, I fear, will sleep the dream of the righteous until some provost of generations to come will give him to dust them off. And, at the same time, to register so many at the expense of the name of an excellent artist of ... how many centuries ago ...?
End of this article.
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2) Pequeña Galería de fotografías de IVÁN Piñerúa en relación con las actividades artísticas de Antonio Gualda.
2) Small Gallery of photographs of IVÁN Piñerúa in relation to the artistic activities of Antonio Gualda.
IVÁN Piñerúa en el Consejo "María Estrella" de Granada, el 19 de septiembre de 1987, inauguración de la exposición "Antonio Gualda pinta su música".
IVÁN Piñerúa at the "Maria Estrella" Council of Granada, on September 19, 1987, inauguration of the exhibition "Antonio Gualda paints his music".
IVÁN da severos consejos a Antonio Gualda.
19 de septiembre de 1987
IVÁN critica ajustadamente una pintura de Antonio Gualda.
19 de septiembre de 1987
19 de septiembre de 1987
19 de septiembre de 1987
IVÁN Piñerúa (Pintor. Medalla de Oro de Bellas Artes).
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IVÁN Piñerúa en la sesión del Jurado del concurso de pintura convocado por Antonio Gualda en 1985.
IVÁN Piñerúa in the session of the jury of the contest of painting summoned by Antonio Gualda in 1985.
Conferencia del pintor IVÁN Piñerúa, sobre su propia pintura,
en nuestra asociación, el 29 de septiembre de 1985. Le acompaña su esposa.
Parte del público asistente a la Conferencia de IVÁN Piñerúa,
que atestaba el local el 29 de septiembre de 1985.
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